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Cultura

Tres estudiantes extremeñas ganadoras de la 8ª edición de Relatos Encadenados

Cultura

10 de Junio de 2021

Tres estudiantes extremeñas ganadoras de la 8 º edición de Relatos Encadenados

Las alumnas Violeta Lorenzo Peña, del CEIP Dulce Chacón, de Cáceres, así como Carmen Estévez Lebrato y Nerea Matos Palacios, ambas del IES Virgen de Gracia, de Oliva de la Frontera han sido las 3 estudiantes ganadoras del certamen de Relatos Encadenados, de RadioEdu, la Plataforma de Radios Escolares de Extremadura.

Estas tres alumnas han conseguido el premio en las categorías de Primaria, Secundaria y Bachillerato, respectivamente, en la octava edición de este certamen.

Además, la otra categoría convocada, la Categoría Libre, a la que se podían presentar personas ajenas a los centros educativos y en edad no escolar, la ha ganado María Álvarez Tovar, de Cáceres.

En esta edición, la organización ha recibido más de 500 relatos procedentes de una treintena de centros educativos participantes.

El relato ‘Un cambio en mi vida’, de Violeta Lorenzo Peña, del CEIP Dulce Chacón, de Cáceres, por el que esta alumna ha resultado ganadora en la categoría de Primaria ha sido: “Por un instante el payaso sonrió, o al menos, eso quise ver en el rostro de aquel viejo peluche que tantos años había pasado en mi habitación, justo antes de cerrar la gran caja de cartón donde dormiría junto a otros tantos muñecos que hasta entonces me habían acompañado, fielmente, cada noche.

Ese día, dejábamos aquella casa, mi casa. Y aunque yo sabía que me esperaba algo mejor, no podía evitar sentir un extraño vacío dentro de mí. En ese instante, noté un pequeño empujón, como un fuerte abrazo que me envolvió, y con una nueva ilusión precinté aquella caja, dándome cuenta de que iba acompañada de todo lo que necesitaba”.

Por su parte, la alumna del IES Virgen de Gracia, de Oliva de la Frontera, Carmen Estévez Lebrato, lo ha hecho con el relato titulado ‘Atrapada’: “Por un instante el payaso sonrió a pesar de que la veía sufrir. La encontró en unos matorrales mientras paseaba y se apartó para no molestar.

Aunque sintió deseos de ayudarla sabía que tenía que liberarse sola, eso la haría fuerte. La escena era dura, pero ella no iba a ser la primera ni la última, cada cual tiene que enfrentarse a su destino. Y por fin, por fin fue libre y la vio alejarse. Él volvió a sonreír y se apartó de aquellos matorrales con una imagen en su mente, la de aquella crisálida convirtiéndose en mariposa”.

En la Categoría de Bachillerato, la ganadora ha sido Nerea Matos Palacios, del IES Virgen de Gracia, de Oliva de la Frontera, con ‘Juramento’: “Por un instante el payaso sonrió y su mirada se llenó de orgullo y esperanza.

Después de muchos meses sin escuchar las carcajadas desconocidas, al fin retumbaban en sus oídos. Gracias a eso, en su mesa habría un plato de comida caliente cada día para él y su familia. Miró a las gradas y en ese mismo instante, gotas comenzaron a caer de sus ojos. Allí estaba toda esa gente, permitiéndose ser un poco más feliz por unas horas que podían parecer minutos. Deambuló por aquella carpa llena de vida y de artefactos extraños hasta que vio a lo lejos un gran espejo. Miró su reflejo y, justo en ese momento, se juró que algún día sería como su padre. Jamás se avergonzaría de reparar corazones con sonrisas”.

 

Y, finalmente, en la Categoría Libre, la ganadora ha sido María Álvarez Tovar, de Cáceres, con su trabajo titulado ‘A ninguna parte’: “Guardó la mascarilla en el bolsillo del pantalón doblada en pliegues simétricos, con parsimonia, y siguió adelante. Miraba una y otra vez hacia ambos lados de la calle, absorta en los labios y expresiones de la gente. Tímidamente sonreía y se sonrojaba cuando imaginaba su esperpéntica imagen de psicópata, clavando sus curiosos ojos en cualquier desconocido. Recordaba también la cantidad de veces que en el pasado había criticado y odiado sus propios labios, su nariz. Divertida, sacudía la cabeza y, con más claridad que nunca, comprendió que amaba su rostro y todos los rostros que emergían de la nada. Le recorría por dentro ese cosquilleo del chiquillo antes de abrir un regalo y por eso no tenía prisa mientras caminaba hacia ninguna parte. Su destino era, precisamente, ir emborrachando sus pupilas con esa extraña y desnuda mezcla de rostros anónimos. Muy consciente de su enajenación momentánea, se dio cuenta, después de dos larguísimos años, que por fin podía guardarse la mascarilla en el bolsillo de su pantalón”.

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