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CARTAS AL DIRECTOR: Badajoz. Un mal ejemplo

Andrés Alberto Amarilla Toril

18 de Agosto de 2022

CARTAS AL DIRECTOR: Badajoz. Un mal ejemplo

Andrés Alberto Amarilla Toril

 

Badajoz es un mal ejemplo de eso que tantos años se lleva repitiendo como un mantra desde cualquier nivel administrativo sobre la conservación del patrimonio, la valorización y apuesta por los recursos turísticos.

 

Es incompresible que la localidad más dinámica y poblada de Extremadura siga teniendo su Casco Antiguo, principal atractivo turístico de la ciudad, relegado a un segundo plano de prioridades, abocado a un aspecto de quietud y dejadez impensable en otros lugares turísticos extremeños.

 

Solo con ver el principal parking gratuito que da acceso a esta zona (La Alcazaba), al que pronto no se entra si no es en todoterreno o tractor (por no hablar de otros elementos), ya comienza el turista con cierta desazón su visita.

 

Y no será porque Badajoz no tenga recursos suficientes como para consolidarse como uno de los más importantes destinos de Extremadura, en especial en cuanto a patrimonio andalusí se refiere.

 

Solo en esta zona se encuentran: la Alcazaba (con sus murallas, torres, baluartes, la ciudadela y los jardines); las puertas de Carros, del Alpéndiz, de Mérida y la impresionante y bella Puerta del Capitel; la afamada Torre de Espantaperros, la Plaza Alta y las Casas Coloradas como símbolos de la ciudad; el antiguo Ayuntamiento, el Arco del Peso, las Casas Mudéjares, el Convento de San José, el Baluarte de San Antonio; etc.; y otros edificios que ayudan a dinamizar el conjunto monumental, como el Museo Arqueológico Provincial, la Biblioteca de Extremadura y la Facultad de Ciencias de la Documentación y la Comunicación.

 

A todos estos atractivos y recursos turísticos podría unirse el yacimiento arqueológico de 'El Campillo', situado junto a la Torre de Espantaperros, que contiene una serie de vestigios que enlazan con los orígenes de Badajoz y que continúan por los siglos modernos y contemporáneos.

 

La irrelevancia que se manifiesta sorprende, indigna, entristece y desilusiona a todo aquel que crea y valore el patrimonio como algo indispensable en nuestro avance como sociedad. La ausencia de un estudio externo al encargo del Ayuntamiento no hace sino confirmar una imparcialidad que resta argumentos al mismo y que denota un desinterés por una valoración objetiva, a la vez que una prisa por ejecutar una decisión ya tomada sin tener en cuenta las opiniones y alternativas discordantes.

 

Esa obstinada y pertinaz intención de arrasar sin miramientos lo que no obedece a otros intereses, poco convincentes, además, no proviene de un grupo empresarial sin escrúpulos cuya única motivación es hacer negocio. No, es la propia Administración, esa que en sus discursos institucionales habla de patrimonio, cultura, turismo, desarrollo sostenible, recursos endógenos y otras tantas cosas biensonantes; la que deja de lado una oportunidad única de dinamizar el turismo del casco histórico y de dotarlo de un elemento que complemente a lo ya consolidado, y todo por construir unas viviendas que se podrían hacer en cualquier otro sitio. La decisión de Patrimonio de la Junta de Extremadura parece ir en la misma línea.

 

Desde algunos colectivos como la Asociación de Cronistas Oficiales de Extremadura o la Asociación Amigos de Badajoz, así como voces autorizadas en la cultura local como es el Cronista Oficial Alberto González Rodríguez; se ha emitido la oposición rotunda a este atropello contra el patrimonio pacense y extremeño.

 

Un mal ejemplo para todos, y un precedente peligroso para la ciudad y para la región.