¿Hay que prohibir el uso del móvil en la escuela o sólo regular su uso?
12 de Junio de 2018
La prohibición del uso del teléfono móvil en las escuelas y en los institutos franceses, a partir del próximo curso, ha vuelto a abrir el debate sobre qué hacer con estos dispositivos en el aula.
¿Es una buena solución la medida aprobada por la Asamblea Nacional de Francia? ¿Cómo gestionar el uso del móvil en los centros educativos? La tenencia y el uso de móviles está tan extendida que no resulta sencillo tomar una decisión sin causar rechazo.
“Durante una visita a un instituto, en el que el uso de estos dispositivos está regulado, el primer ministro francés, Édouard Philippe, fue fotografiado por alumnos mientras paseaba por el recinto. A ningún docente le pareció extraño ni exigió la retirada de los aparatos”, explica José Ramon Ubieto, psicoanalista y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Esta simple anécdota, añade, muestra todas las “contradicciones” que implica la medida aprobada en Francia.
“Por un lado, queremos regular la interferencia de todo lo digital en la escuela, pero, por el otro, no queremos renunciar a la satisfacción que supone la realidad digital (autofotos, Instagram o Facebook), en la que mostrar es existir”, apunta Ubieto.
El propio ejemplo de la visita del primer ministro, explica el profesor, pone de manifiesto la dificultad de prohibir el móvil, pues contradice dos preceptos legales: el derecho de la propiedad -si es legal tener y usar el móvil no puede prohibirse de forma taxativa tenerlo y usarlo- y el de la intimidad: el contenido de una mochila o de una cartera o bolso forma parte de la intimidad y no puede fiscalizarse.
Guillermo Bautista, también profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, apunta que solo hay que mirar a nuestro alrededor para ver el modo en el que estos dispositivos condicionan buena parte de las formas actuales de socialización, de comunicación y de interacción con los demás, así como determinados hábitos de ocio y de consumo. Teniendo en cuenta este hecho, añade Bautista, “resulta paradójico que un dispositivo tan importante en la socialización de los niños y los jóvenes se prohíba en los centros educativos”.
LO MEJOR, LA FÓRMULA ESPAÑOLA
Tanto Ubieto como Bautista creen que la mejor fórmula —utilizada en escuelas españolas— es establecer reglas de utilización. “Hay que acotar el tiempo y los espacios de uso del móvil”, aseguran. Establecer estas normas permite que el alumno guarde el móvil lejos de su alcance durante un rato y poder aplicar sanciones si incumple las reglas. “En los momentos en los que se permita usarlo, pueden aprovecharse las virtudes de los aparatos para integrarlos en los aprendizajes, como la calculadora, el cronómetro, el buscador de información...”, matiza Ubieto.
La ley francesa, insiste el psicoanalista, es de “difícil aplicación”, tal y como ocurre con la reciente normativa de WhatsApp de prohibir su uso a menores de 16 años. “Aplicarla en España sería igual de complicado porque la incidencia del móvil en la vida de los niños y los adolescentes tiene cada vez más peso no solo en la escuela, sino también en el entorno familiar y social”, concreta Ubieto.
En este sentido, recuerda que muchas discusiones de familia son por el abuso del uso del móvil y el rechazo de dejarlo. “El tiempo del sueño ha disminuido por la conexión sin pausa que permiten estos aparatos, y el fenómeno de las apuestas en línea o abusos como el ciberacoso, la extorsión sexual (sexteo), ciberacoso pedófilo, sexpreading (difusión de contenidos sexuales) también aumenta”.
Para que la prohibición del móvil en Francia se apruebe definitivamente, la propuesta debe ser validada por el Senado y, en caso de no llegar a un acuerdo, por una comisión mixta.
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