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La garrapatas dan más asco que miedo, pero son peligrosas

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10 de Agosto de 2018

La garrapatas dan más asco que miedo, pero son peligrosas

Su picadura no es tan molesta como las de los mosquitos ni las de las pulgas, aunque puede ser más nociva; no causa la hinchazón y el dolor de la picadura de avispas y abejas y, ni mucho menos es tan dolorosa como la picadura del alacrán.

Las lesiones que causa la pequeña y doméstica araña violinista, cuyo veneno necrosa los tejidos originando llagas nauseabundas, son muchísimo más espantosas, y a la picadura de las serpientes autóctonas de Iberia –no confundir con las inofensivas culebras ibéricas- se le tiene un temor ancestral.

‘Si el alacrán viera y el alicante (una especie de víbora) oyera, no habría hombre que al campo saliera’, decían los hombres que trabajaban en el campo cuando en Extremadura todavía había trabajo para casi todo el mundo en las explotaciones agrarias.

MÁS REPULSIÓN QUE TEMOR

En realidad, la garrapata, pues de este primo de escorpiones y arañas se trata, no da miedo, da asco, mucho asco, causa repulsión.

Pero el que no se sienta un miedo innato ante este bichito de ocho patas, no le hace menos peligroso. La diferencia quizás esté en que, al contrario de lo que ocurre con mosquitos, pulgas, avispas, abejas, alacranes, arañas y víboras, la picadura de la garrapata pasa inadvertida.

Ella tantea la carne con sus ocho patas, busca un lugar discreto en la anatomía de su presa, a ser posible entre pelos, por ejemplo en la nuca, justamente donde arranca la línea de crecimiento de la cabellera, clava su probóscide en la piel, busca un vaso sanguíneo y se dedica a chupar sangre hasta que, literalmente, ya no le cabe más dentro del pellejo. Cuando se agarró ‘a la teta’ estaba seca, como una bota de vino vacía, y al terminar parece un odre completamente lleno; pero no de vino, de sangre.

SI NO SE VE NO SE CREE

Pero su picadura no duele y su extracción sanguínea, tampoco. Así que para detectar su presencia hay que verla. Cuando la garrapata ya se ha hartado de sangre, abandona el ‘surtidor’, dejando casi siempre tras de sí una manchita rojiza.

Las garrapatas no son venenosas, no tratan de paralizar o de matar a sus presas para devorarlas como si fuesen un sorbete de hemoglobina, pero muchas de ellas están infectadas y al acceder al sistema circulatorio de sus fuentes de alimento inoculan patógenos muy peligrosos. Incluso mortales, como acaba de ocurrir con un hombre de 74 años al que le picó una garrapata en Helechosa de los Montes (Badajoz), en julio, y acaba de fallecer en Ávila un mes después.

MUCHO MÁS QUE EL VIRUS DE CRIMEA-CONGO

Ha muerto infectado por el virus del Crimea-Congo, que causa fiebres, dolores, hemorragias y hasta la muerte. Pero no es la única enfermedad que trasmiten las garrapatas. Mucho más frecuente en España son las llamadas fiebres botonosas, que comienza por unas manchas rojizas levemente resaltadas por toda la piel y derivan en fiebres altísimas y en tremendos dolores de cabeza, entre otras complicaciones. Afortunadamente, contra las fiebres botonosas hay fármacos muy efectivos que, en pocos días, revierten la situación.

Pero si a usted le han picado las garrapatas sin que le haya pasado nada, y alguien le dice que sólo le picó una y tuvo que pasar dos semanas en el hospital, créaselo, porque perfectamente puede ser verdad. Porque aunque las garrapatas no sean venenosas, algunas de ellas están cargadas de venenos ajenos.

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