Entra en vigor la nueva normativa de los límites de velocidad en vías urbanas
11 de Mayo de 2021
Esta normativa supone que, en la mayoría de las calles de España, el máximo de velocidad permitido se rebaje de 50 a 30 kilómetros por hora. Esta nueva medida tiene como objetivo la reducción de la siniestralidad. De acuerdo con una estadística, el riesgo de muerte gracias a esta medida caería hasta un 80%.
Este cambio de reglamento fue aprobado por el Gobierno el pasado 10 de noviembre y se estableció un plazo de seis meses para su entrada en vigor desde que se publicó en el Boletín Oficial del Estado al día siguiente.
Esta nueva normativa establece tres límites genéricos de velocidad en las vías urbanas que son los siguientes: 20 km/h para las calles de plataforma única; 30 km/h para las vías de un único carril por sentido de circulación; y 50 km/h para las de dos o más carriles por sentido (a excepción de vehículos con mercancías peligrosas, en cuyo caso el máximo son 40 km/h)
A su vez, inciden en que no se tendrán en cuenta “los carriles reservados para la circulación de determinados usuarios o uso exclusivo de transporte público" y que las velocidades establecidas "podrán ser rebajadas previa señalización específica, por la Autoridad municipal”.
El incumplimiento de estas nuevas medidas por parte de los conductores se considerará una infracción grave, e incluso muy grave, y conllevará una multa que podrá ir desde los 100 hasta los 600 euros además de la sustracción de hasta un total de seis puntos del carnet de conducir.
Incluso rebasar de manera amplia estos nuevos límites podría suponer penas de cárcel para los conductores. Por ejemplo, superar los 60 km/h en zonas urbanas supone incumplir el artículo 379 del Código Penal y castigado "con la pena de prisión de tres a seis meses”.
Las razones para la implantación de esta medida por parte del Ejecutivo vienen por la demanda de los ayuntamientos españoles con base en diversos estudios y datos estadísticos que defienden que una reducción de la velocidad permitiría frenar el riesgo de muerte, pero también permitiría la reducción de los niveles de contaminación acústica, especialmente en las grandes ciudades.
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