Federico García Lorca, 87 años después de su muerte

La poesía y la cultura españolas quedaron huérfanas cuando el 18 de julio de aquel fatídico 1936 asesinaban a Federico García Lorca, una de las reliquias literarias y humanas de nuestra historia.

Siendo uno de los poetas españoles más conocidos y con mayor prestigio a nivel internacional, Lorca se fue, pero tras casi noventa años de su partida, no ha sido olvidado. Ni por la gente, ni por el cine, y tampoco por la literatura.

Su pluma continuó a pesar de su marcha, y años después de su muerte, se publicaba su libro póstumo, ‘Poeta en Nueva York’. Este viaje a Nueva York le permitió al granadino entrar en contacto con la modernidad, con nueva culturas y nuevos descubrimientos, con grandes masas urbanas y un mundo completamente distinto al que vivía en España.

Lorca era un gran aficionado al teatro, a la crítica social y contaba con una capacidad sigilosa para trasladar a sus escritos y sus obras aquello que pensaba. Algo que podemos apreciar si leemos cada uno de ellos, una delicadeza extrema a la que ponía cuerpo y alma para transmitir cada sentimiento.

Su obra de teatro póstuma, ‘La Casa de Bernarda Alba’ se ha convertido en otra de las anécdotas de una de las series más exitosas del panorama español. ‘El Ministerio del tiempo’, televisada por TVE, mostraba en uno de sus capítulos qué habría pasado si Lorca hubiera vivido. Fue entonces cuando el personaje podía vivir en directo el estreno de su propia obra. Asombrado, cuanto menos, repetía las palabras que él mismo había escrito. Y es que esa posibilidad de mantener al poeta con vida fue la esperanza de muchos otros que perdieron la vida de la misma forma que él.

Para los amantes de Lorca, el cine español, hace dos décadas, creaba otra de las joyas protagonizadas por Alfredo Landa y Nino Manfredi, ‘La Luz Prodigiosa’. En este film, también se contemplaba la posibilidad de que Federico viviese una nueva vida. No obstante, y para evitar el spoiler, dejemos que los seguidores del poeta y del cine español puedan contemplar ambas obras.

En el aniversario de su muerte, recordemos su despedida:

Si muero,

dejad el balcón abierto.

El niño come naranjas.

(Desde mi balcón lo veo)

El segador siega el trigo.

(Desde mi balcón lo siento)

¡Si muero,

dejad el balcón abierto!