La cobardía de Vara consigue dividir a los extremeños
19 de Noviembre de 2018
Son las 5:42 de la madrugada (lunes 19 de noviembre) cuando comienzo a plasmar en este artículo las emociones sentidas durante un fin de semana que personalmente se ha tornado en muy triste para mi región.
Oscuro y gris en los cielos y triste por la división manifiesta que hemos vivido en torno a una de las enfermedades que padece Extremadura: el anormal funcionamiento de su sistema ferroviario.
Deberíamos estar dando la bienvenida a esta nueva semana con una amplia sonrisa en el rostro de los extremeños, pero a tenor de las innumerables reflexiones vertidas por unos y otros en diversas plataformas, el resultado y realidad son bien distintos.
Se cumplía este fin de semana el primer aniversario de una cita multitudinaria para la región -catalogada por la propia consejera García Bernal como “histórica”- la que tuvo lugar en la capital de España donde 30.000 extremeños dijimos basta al Gobierno, en aquel entonces presidido por Mariano Rajoy.
Y es de elogiar que hace año y medio el Gobierno de Vara supiera colocar en primera plana de todos los medios regionales los problemas que atravesaba el tren, problemas que curiosamente ya se venían produciendo durante los últimos 40 años. De los que obviamente son corresponsables con Ibarra a la cabeza.
Y digo elogiar porque haber sabido focalizar los problemas, promesas incumplidas y retrasos con el sistema ferroviario extremeño, para desviar la atención sobre la gestión cotidiana de la Junta, es todo un logro político para ellos. Pero la realidad es que Extremadura padece otras enfermedades más allá del tren. De esas, entre tanto, hablamos menos.
El Gobierno de Vara supo hacer suya y de la mayoría de los extremeños “la causa digna”, y con extrema facilidad todos nos sumamos al que a la postre sería el “histórico 18N”.
Jornada, recordar, a la que se sumaron todas las fuerzas políticas, hasta José Antonio Monago estuvo allí e imagino que a Rajoy no le hizo gracia. Extremeños de distintas ideologías se sumaron a lo que pensaron fue una jornada apolítica y de la sociedad extremeña en general. Nada más lejos de la realidad.
30.000 voces que consiguieron un eco sin precedentes en la amplia mayoría de radios, televisiones y periódicos de tirada nacional. Un éxito rotundo mediáticamente hablando.
Pero repito, nada más lejos de la realidad porque este fin de semana ha quedado retratada la triste fragmentación de la sociedad extremeña que ha conseguido Guillermo Fernández Vara con su cobardía.
Continúo sin entender por qué no ha sido valiente para que la verde, blanca y negra no haya vuelto a invadir las calles de Madrid, con un objetivo que debería haber estado claro: superar con creces las 30.000 gargantas que en 2017 lucharon en Madrid por una Extremadura mejor.
¿Por qué tanto interés en celebrarla en Madrid el año pasado y este ni hablar? Es algo que me llama poderosamente la atención. Además, sin la más mínima explicación dada hasta la fecha.
No querer molestar a Sánchez, a sabiendas de poder haber doblado la cifra de asistentes, y a pesar de la enfermedad que sufre nuestro sistema ferroviario, es indigno Guillermo.
Ello, a sabiendas de que el PP extremeño no iba a entender -tal y como ha ocurrido- que no volviera a celebrarse otra jornada histórica en Madrid. Llevando a una fractura palpable entre las dos manifestaciones, ambas, sin repercusión alguna en la nación. Pues a ojos del resto de España han transcurrido sin pena ni gloria.
Es más, la suma de los 5000 manifestantes del sábado en Madrid y los 20.000 de ayer en Cáceres ni alcanzan el logro conseguido el año anterior. Y ello me entristece como extremeño.
Extremadura necesita más que nunca valientes y su gesto con Sánchez está años luz de lo que significa la palabra valentía. Me avergüenza enormemente que haya consentido que los extremeños pasen discutiendo todo el fin de semana en las redes sociales, en algunos casos insultándose, e insultándole por no haber demostrado lo que se esperaba de usted: “Lo siento mucho Sánchez pero Extremadura va a Madrid”. Era tan sencillo como eso.
Por último no quería dejar de citar la pobre representación que supone ese fabuloso Pacto por el Ferrocarril, que aún no sabemos muy bien para qué sirve y donde no están representados Milana Bonita, el Movimiento por el tren Ruta de la Plata, etc etc. El mismo del que se ha salido Podemos por considerar que está orquestado por el Partido Socialista.
Los ciudadanos sabemos que la connotación negativa de la política lleva implícito un ejercicio de estrategia continua, de adular, de prometer (a veces ante Notario), de no molestar a los jefes, de mirar por y para el partido,… Pero la decisión de no ir a Madrid ha dado al lastre con una gran y nueva oportunidad que tenía esta región de reivindicarse. ¡Qué pena Guillermo!
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