OPINIÓN: ¿Cuál es tu Navidad?

Un año más que se pasa tan deprisa. La Navidad ya está aquí de nuevo, y con ella el turrón, los polvorones, los villancicos, los regalos, más turrón, las cenas familiares, las reuniones festivas con amigos y compañeros de trabajo, las acciones solidarias y, por supuesto, no puede faltar el turrón. Ni tampoco los buenos propósitos: 'en enero dejo de fumar', 'en enero me apunto al gimnasio', 'en enero comienzo la dieta', y un largo etcétera de declaraciones de intenciones.

La Navidad es una época que algunos odian y otros aman; yo soy de los segundos. Es maravilloso poder reunirse con la familia, especialmente con los familiares que el resto del año se encuentran lejos, y poder celebrar, da igual el qué, porque lo importante es que cada año se pueda repetir.

Es cierto que el sentimiento de muchos de los detractores hacia esta festividad, viene motivado por la ausencia de algunas personas en la mesa. Es normal echar de menos a seres queridos que ya no están, sin embargo, me gustaría animarles a verlo desde otra perspectiva, que es la de poder disfrutar del tiempo que tenemos con quienes siguen aquí y de este modo no desperdiciarlo. Sé que puede ser muy fácil decirlo, pero lo propongo como reto personal.

Otra de las principales cosas con las que relacionamos estas fechas es con los regalos. Ya sea por Navidad, con la llegada de Papá Noel, o por Reyes, con los Magos, o ambos inclusive. Es, posiblemente, cuando más tiempo y dinero invertimos en buscar el obsequio adecuado, llegando en ocasiones a frustrarnos y agobiarnos por no dar con lo que queremos, o por el miedo a que no vaya a gustar. Hagamos un poco de reflexión ¿En qué momento nos volvemos a olvidad de que lo importante es reunirnos y disfrutar?

Por supuesto que a todo el mundo nos gusta que nos hagan regalos y ver las caras de emoción de nuestros seres queridos al abrir los suyos, pero, ¿acaso es lo primordial como para que todo gire en torno a ello? Yo creo que no.

Una cuestión que también someteré a crítica es la de ser más solidarios en esta época que en todo el año, dejando a un lado nuestro egoísmo y egocentrismo -esto es relativo- para limpiar nuestra conciencia y sentirnos mejor.

Que no se me malinterprete. Es genial ser solidarios, pero todos los días del año. Teniendo en cuenta que no todas las formas de solidaridad implican un gasto económico, se puede ser solidario con el simple acto de escuchar a las personas de nuestro entorno y tratar de entenderlas, algo que deberíamos poner más en práctica, ya que se nos da realmente mal.

A pesar de todo ello, tampoco vayamos a convertirnos en el Grinch, ese personaje de ficción que encarna el espíritu antinavideño. Es innegable que resulta maravilloso pasear por las calles vestidas de luces y de color, adornar nuestras casas, brindar, festejar y, en definitiva, disfrutar.