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OPINIÓN: España y los muertos de primera, segunda y tercera clase

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18 de Abril de 2020

OPINIÓN: España y los muertos de primera, segunda y tercera clase

Todas las personas fallecidas por COVID-19 deberían aparecer en los datos. Esta afirmación puede resultar obvia para cualquier ciudadano, pero no está siendo así.

El tejemaneje de datos que se trae el Gobierno con los muertos de este país comienza a ser preocupante, consiguiendo que los ciudadanos pongan en entredicho los datos que cada mañana, diariamente, ofrecen desde el Ministerio de Sanidad.

Y es que hasta la fecha, el Gobierno solo ha estado contabilizando los fallecidos diagnosticados por COVID-19 en hospitales, dejando de lado a un elevado número de víctimas mortales fallecidas por la pandemia bajo otras circunstancias.

¿Acaso son menos importantes para el Gobierno las personas fallecidas en centros sociosanitarios, residencias de mayores o domicilios? ¿Por qué no las contabiliza?

Puede que para el Gobierno y sus tendencias científicas: evoluciones, curvas, desescaladas,… sean más interesantes unos fallecidos que otros de cara a la opinión pública doméstica y foránea. No lo sabemos.

Pero ahora, más de un mes después de decretarse el Estado de Alarma, el Gobierno parece querer rectificar este entuerto. Fue ayer -a través de Fernando Simón- cuando supimos que Sanidad dará comienzo a un nuevo recuento, petición que ha enviado a las CC.AA. con orden del Boletín Oficial del Estado.

En la misma solicita a todas las regiones que especifiquen el número de fallecidos en hospitales y fuera de ellos. Algo que ya está haciendo Cataluña desde hace dos días, hecho que ha acelerado este cambio brusco en el conteo de la pandemia.

Hace dos días Cataluña sumó, de buenas a primeras, 3.242 fallecidos más al contabilizar todos los casos mortales ocurridos fuera de los hospitales, algo que resulta obvio, normal y debería haberse hecho desde el comienzo de la crisis sanitaria.

Comenzaba a oler a podrido que hubiera muertos de primera categoría (los fallecidos en hospitales), muertos de segunda categoría (los fallecidos fuera de hospitales), y los de tercera (de los que nada se sabe teniendo sus familiares que mover cielo y tierra para encontrarlos después de dos semanas de búsqueda).

Todo este despropósito político, científico, mediático, o de la naturaleza que sea está dando al traste con la ansiada desescalada, pues España no podrá aflojar el confinamiento actual sino dispone de datos reales de fallecidos y contagiados.

La intención de ocultar datos reales y la no inclusión de un gran número de fallecidos en ellos puede llevar a muy diversas interpretaciones por parte de la ciudadanía, interpretaciones en las que no entraré por no ser el motivo de este artículo.

Pero, más tarde o más temprano alguien cantaría la gallina sobre la dimensión real de la pandemia en nuestro país y esas han sido las funerarias, desde donde afirman que comparando las cifras de fallecidos actuales con el mismo periodo de años anteriores y aun sumando los fallecidos por Covid-19, no salen las cuentas. Asegurando que son muchos más de los que el Gobierno a través de sus datos oficiales comunica diariamente.

Bienvenido sea, aunque llegue muy tarde, el nuevo recuento que nos ofrezca una radiografía real de la pandemia, y aunque nos enteremos que la cifra de personas fallecidas por COVID-19 en España se encuentre posiblemente cercana a los 40.000.

Dignidad para todos ellos aunque tan solo sea por aparecer en los datos.

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