OPINIÓN: Respuesta al desvarío de Pide sobre los profesores de Religión
18 de Julio de 2018
En referencia al artículo publicado en 7Días el domingo día 15 de julio, en el que el sindicato PIDE acusa a los docentes de Religión y a otras centrales sindicales de establecer un juego con la Consejería de Educación en relación al futuro de la asignatura y a la defensa de los puestos de trabajo de no pocos profesionales de la educación extremeña, me gustaría proporcionar algunos datos que -quizás- rebaje el nivel de amarillismo que el sindicato presidido por D. José Manuel Chapado intenta trasladar a la sociedad extremeña.
Los profesores y maestros de Religión somos docentes, a la vez que personal laboral: es -ciertamente- una situación anómala que esperamos que se resuelva pronto y con soluciones que no sean cortoplacistas, y no pasando la pelota ‘al curso siguiente’ como en los últimos años. Carecemos de estatuto de los trabajadores propio: nuestros sueldos son como los de cualquier interino docente extremeño, pero por horas (nada de medias jornadas o completas); y se pagan de las partidas de ‘Gastos de funcionamiento’ (de las que sale el dinero para folios, papel higiénico o tizas). A día de hoy no formamos parte de la plantilla funcional de los distintos centros educativos.
Hemos asumido y respetado las dos sentencias del Tribunal Supremo referente a los recursos de casación interpuestos por la Junta de Extremadura. Hemos asumido y respetado: pero no sin mostrar y demostrar que la administración educativa puede no reducir las horas de la asignatura -que de por sí ya son extraordinariamente pocas-. No nos gusta hacer ruido, pero las distintas instancias educativas tienen por costumbre recurrir a la religión para ‘solucionar’ todos los problemas educativos en este país: lo hizo la ministra San Segundo, el ministro Gabilondo, el mismo Wert y también, ahora, doña Isabel Celaá. Eso en cuanto al Ministerio: si ahondamos un poco más en las diversas consejerías que gestionan la Educación en las autonomías alargaría este escrito con demasiados nombres.
Afirmar que la Consejería de Educación y Empleo incurre en un delito de prevaricación por “nombrar a los profesores laborales de religión tutores de ESO o Bachillerato”, o que se cree el Departamento Didáctico de Religión y que sus profesores puedan pertenecer a la Comisión de Coordinación Pedagógica del centro educativo es -además de un desvarío- una afirmación vacía de estudio de la jurisprudencia: amarillismo.
Lo que hemos logrado los docentes de Religión -al menos en Extremadura- no nos lo ha regalado nadie. La Consejería se escuda en una interpretación sesgada de las dos sentencias del Supremo a las que antes he aludido -y no voy a tener en cuenta que falta por ser dictada una tercera-. Las mismas que este sector de trabajadores acata -aunque no de buen ánimo-. Pues para paliar el defecto de estudio de la jurisprudencia y para aliviar el sesgo ideológico de PIDE le pediría a su presidente que se leyese sentencias de lo contencioso-administrativo del Tribunal Supremo (de 2011 y de 2013), sentencias de salas similares del TSJ de Madrid (abril de 2006), de Galicia (octubre de 2007), e incluso sentencias de recursos de casación en el Tribunal Supremo ya en 2007 y 2010… Podría seguir, pero no creo que sea oportuno: tras leerlo todo, estudiarlo, y asesorarnos de manera adecuada concluimos que no se trata de una opción de los centros educativos el hecho de que se nos dé una tutoría o lo determine una Instrucción de la Secretaría General de Educación, así como que tengamos nuestro propio departamento o jefaturas correspondientes, siempre que cumplamos los requisitos: puesto que a todos los efectos somos miembros del claustro de profesores y tenemos los mismos derechos y obligaciones, eso sí con singularidades que tenemos, y que tratamos de transformar y actualizar: el sistema de acceso por mérito, capacidad, igualdad y publicidad; tan criticado -por cierto- por muchos de sus afiliados ante lo ocurrido en la última convocatoria de oposición en no pocas partes de España, entre ellas Extremadura.
Y permítanme una última puntualización: con estas medidas -suficientemente justificadas- no se perjudica a ninguna otra especialidad ni a ningún otro docente. Los que trabajamos en el aula de manera continua sabemos que en los centros educativos hay, muy habitualmente, dificultades para encontrar personal que quiera y/o pueda desempeñar labores de tutoría. La jefatura de departamento no interfiere absolutamente ni con los compañeros de Música ni de Tecnología ni de Educación Física: ese enfrentamiento es ficticio y creado a propósito por entidades como PIDE, cuyo interés principal -habida cuenta de lo que está sucediendo en muchos aspectos de la Educación extremeña- es la ideología y no el trabajador y sus condiciones.
Un saludo.
FIRMA: Francisco Pecero Barroso
Profesor de Religión en el instituto de Llerena
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