Votar, ¿para qué?
10 de Mayo de 2016
Pedro Cañada Castillo
Confieso, que es la primera vez que me llega esta duda, y que no es una duda ‘metódica’ ni retórica. Siempre que he tenido la oportunidad de votar, lo hice con decisión, como un derecho y un deber.
Puede que no sea el único que duda después de cuatro meses de mentiras televisadas que siguen manteniendo, cuando las hemos oído y hemos sido testigos presenciales del extraño trapicheo. Es un desprecio excesivo a los que dan su voto y no quieren que sea manipulado ni destinado a partido distinto del que votamos. No digo que todos hayan manipulado por igual, pero ha sido un lamentable espectáculo, que no debería repetirse.
En cualquier caso, voy a tratar de ejercer mi derecho al voto para que los que piensan lo contrario, no traten de aprovechar la confusión para imponernos lo que no queremos. El voto es sagrado, y los “representantes” deberían respetar la voluntad de los votantes y no mercadear con la voluntad del pueblo, que no les ha elegido para eso.
Pero ¿quién nos garantiza la seriedad de que vayan a respetar la voluntad de los votantes? ¿Con qué código ético?
Hablando con la gente normal de distintos partidos, se ve una coincidencia en los objetivos de justicia, de igualdad, rechazo a la corrupción, transparencia, etc… El problema viene cuando se trata del modo de conseguirlo, del método.
¿Se podrá conseguir alguna vez que no haya disfraces en las elecciones? Es lamentable que se diga una cosa y se esté intentando la contraria. Me viene sin quererlo, aquella imagen bíblica de los lobos vestidos con lana de oveja. Los disfraces hacen que se vote, a veces, lo que no se quiere, por desconocimiento de la auténtica realidad. En los negocios, el desconocimiento de lo que se compra o se vende, haría nulo el contrato. Pero la propaganda masiva, hace que muchos compren gato por liebre.
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