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OPINIÓN: La pluralidad ideológica y su trastienda

Nacional

23 de Abril de 2018

La pluralidad ideológica y su trastienda

Hace un par de años escribí un artículo sobre las dificultades reales que existen en las organizaciones (del tipo que sean) para la coexistencia en su seno entre personas de ideas distintas.

Por mucho que se proclame la independencia y pluralidad, cuando se discrepa profundamente sobre cuestiones básicas de la sociedad y el sistema en el que vivimos, más tarde o temprano se desata la lucha interna por el control de los aparatos.

Al final resulta que la pluralidad se diluye como un azucarillo y siempre hay un prior que se hace dueño del convento. A los que la burocracia organizativa les importa un carajo, les toca irse, y a los que tienen vocación de palmeros les toca reír las gracias a los comisarios, que siguen proclamando la independencia de criterio y la pluralidad, siempre que controlen el aparato, para lo que se hacen expertos en elecciones.

Que los partidos políticos y los sindicatos hayan sido organizaciones cerradas, dogmáticas e inflexibles es algo a lo que ya estamos acostumbrados desde hace tiempo. Incluso nos vamos acostumbrando a que los nuevos partidos, que dicen querer acabar con el bipartidismo, se enreden en conflictos de poder y se comporten de un modo parecido.

Pero que algunas ONG y otras entidades de la sociedad civil, que dicen ser organizaciones sin ánimo de lucro y que no tienen objetivos políticos partidistas, también caigan en estos comportamientos de peleas por el poder y control de los aparatos organizativos, resulta más difícil de entender, a no ser que el ego y la consecución de beneficios personales, de cualquier tipo, sea lo prioritario, que les estorben en su seno quienes mantienen discrepancias legítimas, todavía se entiende menos. Pero la realidad es así.

En la sociedad que vivimos se ha desarrollado una cultura de nuevas sutilezas caciquiles en las organizaciones, por parte de los más espabilados para ese ‘deporte’, y las declaraciones de pluralidad y tolerancia de la discrepancia se quedan en una propaganda para la galería, que no se la creen los que la proclaman, ni quienes les tocan las palmas y miran para otro lado.

Hemos tenido ocasión de comprobar este tipo de oportunismos a lo largo de la vida, en partidos, sindicatos, ONG, fundaciones, asociaciones, etc. Si no te conviertes en palmero, el nuevo cacique, primero de asegurarse los incondicionales que tiene, va a por ti. Al final, cuando el clima se vuelve irrespirable, se acaba diciendo ‘con su pan se lo coman’, esta no es la organización por la que hemos luchado y con estos caballeros ni un minuto más.

Ellos respiran tranquilos y vuelven a su independencia y pluralidad, con cuidado de que no se les vuelvan a colar impurezas. Los que no pelean por el control de los aparatos organizativos, vuelven a empezar y se van con la música a otra parte, con otra lección más aprendida de la distancia que va entre lo que se dice y lo que se hace.

Hay tantas cosas importantes que hacer y tanta gente interesante por descubrir, que perder el tiempo con quienes solo buscan el control de las organizaciones y encima van de ilustrados, no merece la pena.

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1  comentario

opining
23/04/2018 12:38 h.
Buen artículo, Juan Serna. Real, como la vida misma. Deberían de leerlo a quienes va dirigido, pero les importa tres pimientos mientras sigan al sol que más calienta.

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