OPINIÓN: Mientras que no manden las mujeres
9 de Marzo de 2018
Multitud de mujeres pararon en todo el mundo, pero el mundo no se paró. El mundo siguió en marcha, rodando sobre los raíles de la desigualdad, de la injusticia, del machismo, de la incomprensión y de todo lo que minusvalora a la mujer.
Hoy, viernes 9 de marzo, El Día Después, es el día del Gatopardo. "Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie", dijo Giuseppe Tomasi di Lampedusa (1896-1957).
Las mujeres se manifiestan para que cambie el mundo y reciben el apoyo de políticos, de sindicalistas, de intelectuales, de empresarios y de gente de toda ralea y condición que las aplauden mientras, consciente o inconscientemente, continúan instalados en las primeras butacas de ese mundo. Gente que, con todas sus fuerzas, clava las uñas en el tapizado para que nadie la descabalgue de él.
Muchas de las personas que dificultan el acceso al poder de las mujeres son mujeres que viven a la sombra de los poderosos, dicho sea en plural y masculino.
Las manifestaciones de este este Día Internacional de la Mujer eran necesarias, pero resultan muy insuficientes. Las mujeres han puesto en marcha el motor. Hasta han dado un acelerón, si es que el motor ya estaba al ralentí, pero para llegar a su destino van a tener que empezar a conducir el vehículo. A conducirlo ellas, con sus propias manos.
La posibilidad de que este 8 de marzo marque un antes y un después, como ha declarado Guillermo Fernández Vara, no asegura la desaparición del machismo ni de las injusticias. En realidad, no cambia nada. El 8 de marzo ha terminado y seguimos igual.
Otra cosa sería que, al ver a 10.000 extremeñas manifestándose, Vara se hubiese dado cuenta de que Extremadura necesita una presidenta de la Junta, como Badajoz necesita una alcaldesa, y hubiese dado un paso al lado. Puede hacerlo, pues ni carece de un empleo, ni necesita trabajar.
Pero él no es así. Vara quiere gobernar la ‘emancipación’ de la mujer. En esto se parece mucho a Pedro Sánchez, su líder federal, que prefiere liderar a Susana Díaz antes que permitir que la líder de los socialistas andaluces lo lidere a él.
Sinceramente no confío en que, a medio plazo, los hombres les demos el poder a las mujeres. Tampoco confío en que las mujeres lo alcancen por sus propias fuerzas. Aunque demostraciones de fuerza como la de ayer confirman que la mujer, o mejor dicho, el feminismo es en sí mismo una ideología; que tiene en su programa de gobierno más puntos y más realistas que muchos partidos políticos.
¡Ay, si las mujeres formasen su propio partido político y llegasen a las cámaras legislativas y supiesen aprovechar sus escaños, pocos o muchos, para aprobar leyes y tomar iniciativas de gobierno que verdaderamente empezasen a cambiar el mundo!
Pero eso es muy difícil, por no decir imposible, debido a que muchísimas de las mujeres que se manifestaron este jueves militan en partidos, en sindicatos y en organizaciones que luchan como gatos panza arriba para seguir manejando el poder.
Cierto es que hay algunas mujeres en cargos públicos; algunos de ellos tan relevantes como las presidencias de las cámaras legislativas. Son cargos intermedios, personajes secundarios, son ‘las amas de casa del poder’. A la hora de la verdad, en sus partidos, en sus sindicatos, en sus organizaciones de mil y un tipos, mandan los hombres.
Y el mundo y sus injusticias contra la mujer no cambiarán mientras que en buena parte del mundo no manden mujeres justas.
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