OPINIÓN: El amanecer de Julen
18 de Enero de 2019
Cuando los mortecinos rayos del Sol todavía se pelean con las sombras para que amanezca este viernes, 18 de enero del año 2019, Julen, el niño de Málaga, lleva casi 120 horas dentro de un pozo de sondeo en Totalán.
En torno a él solo hay noche, todavía no le besó la alborada, a pesar de que a un centenar de metros sobre sus lágrimas, decenas y decenas de personas expertas en clavar la luz en las fauces de las tinieblas luchan como incansables rayos solares para derrotar a la angustia, a la desesperación, al espeso hormigón de la oscuridad.
Buscan los ojos de Julen, están buscando su luz, un resplandor que imaginan titilante, adormecido, un anhelante retazo de calor en las frías entrañas del pozo.
Es el Sol de Julen. Es el faro que les guía mientras luchan a brazo partido contra el tiempo y contra la tierra. Es el amanecer de un niño cuyo nombre y cuya desgracia lleva días dando la vuelta al mundo.
Por una lágrima, por un llanto, por una sonrisa, por…, ¿qué no daría cualquiera ahora mismo, más de un centenar de horas después de que la tierra sorbiese a este niño, por ver amanecer al pequeño Julen en los brazos de sus rescatadores, extraído de las furiosas entrañas del averno, como una pepita de oro hecha quejido, como una resplandeciente y preciosa piedra de abrazos, como el mayor de los tesoros que puede arrancársele a cualquier yacimiento: la vida.
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