OPINIÓN: Respeto y honores a los vencidos
12 de Julio de 2018
No defraudó. Ha sido un encuentro digno de una semifinal del campeonato del mundo. Con toda la emoción, la incertidumbre, la intensidad, la épica y la agonía de un combate en la cornisa del Mundial, en el escalón Hillary del techo del planeta.
Croacia e Inglaterra han protagonizado una batalla de película. Los de a caballo, encastillados en la suficiencia de su gol tempranero, y la plebe, al galope de su sed y de su hambre de gloria, realizando sucesivos ataques en oleadas de rabia y de fragor, como si se tratase de una nueva edición de la carga de los zulúes.
Esta vez ganaron los de a pie (2 a 1), en la prórroga, cuando varios de sus jugadores parecían ya simples marionetas sostenidas por los hilos de la esperanza, en lugar de por las piernas de la resolución.
Ganaron y se verán las caras con Francia en una final que se presenta muy igualada. Cualquiera puede ganarla. Aunque todo es opinable, en principio, parece que Croacia tiene mejor portero y Francia mejor defensa; pero el centro del campo de los croatas es superior y la delantera gala parece tener más peligro.
Los galos lucharán para reverdecer viejos laureles y por ‘la grandeur de la France’, y los croatas para ceñirse por vez primera la corona de laurel y por hacer grande a su pequeño país. Los croatas parecen muy patriotas y los franceses muy ciudadanos del mundo. ¿Quién ganará? Doctores tiene la Iglesia del balón.
En cualquier caso, no se disputa sólo el trono mundial del fútbol; también está en juego el cetro del mejor jugador: el balón de oro. Puede ganarlo Luka Modric, que lleva años impartiendo clases como mejor centrocampista del mundo y esta temporada se ha consagrado como catedrático de la universidad del fútbol, o puede ser para Antoine Griezmann que, una temporada tras otra, oposita a una distinción para la que le sobran conocimientos, pero le faltan títulos.
En cualquier caso, respeto y honores a los vencidos, pues sobre ellos se cimentará la gloria de los campeones y la fama imperecedera del héroe.
Y si no lo cree, acuérdese de Iniesta, de nombre de pila, Andrés.
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