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OPINIÓN: Un monstruo viene a ver al fútbol extremeño

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20 de Febrero de 2018

OPINIÓN: Un monstruo viene a ver al fútbol extremeño

La película de Juan Antonio Bayona 'Un monstruo viene a verme', bien podría dar título al culebrón que estos días está salpicando al futbol modesto en toda España, y concretamente a Extremadura.

De un tiempo a esta parte las casas de apuestas han cambiado el contexto del fútbol, pues actualmente no se concibe el deporte de la pelota sin la vidilla que ofrece apostar dinero en tiempo real para que un equipo gane, empate o pierda.

Bien entendidas, las casas de apuestas no deberían haber jugado un papel tan trascendental dentro del mundo futbolístico, pues cada uno con su dinero es libre de hacer lo que quiera. El problema viene cuando no eres tú el que juega con tu propio dinero.

Ahí es donde aparecen los factores que no deberían haber ocurrido. Tu dinero ya no depende de que un equipo juegue mejor o peor un determinado partido, sino de que uno o más futbolistas o entrenadores deciden perder el partido para lucrarse.

Existen mil maneras de amañar un partido. Si eres entrenador no alineas a los buenos, pero si eres jugador la picaresca se torna aún más fácil: cometer penaltis, provocar saques de esquina, o meterse goles en propia puerta son las acciones más extendidas.

Además, como no podía ser de otra forma, los escándalos referidos a las apuestas siempre trascienden cuando el fútbol modesto está de por medio, y de eso en Extremadura sabemos mucho.

Lejos quedan los años donde el Mérida, el Extremadura o el Badajoz jugaban en Primera y Segunda División,... cuando todos los extremeños nos sentíamos muy orgullosos de nuestro fútbol.

Ahora deambulamos a través del destierro de la Segunda División B y la Tercera, donde más vulnerable se es ante este tipo de artimañas que utilizan unos pocos para obtener beneficios.

La desvergüenza de este monstruo llega cuando pierde todo su sentido y juega con la ilusión de la gente. Ese público que acude a los estadios a animar a su equipo y que a veces son testigos, sin darse cuenta, de la gran farsa.

Poniendo en riesgo los valores que el deporte encierra, unos jugadores que son referente para los más pequeños, que asisten a situaciones donde se quebranta la ley o se juega con la ilusión, pudiendo pasar a admitir esos comportamientos como buenos.

Aunque solo unos pocos son culpables de estos supuestos amaños de partidos, tenemos que preguntarnos qué parte de culpa tenemos nosotros y qué podemos hacer para que esto no vuelva a ocurrir.

Pues la educación en valores, la práctica deportiva y el juego limpio son varios factores con los que todos deberíamos crecer para conseguir una sociedad más integradora y ética.

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